El otoño está tan cargado de significado como el suelo está cubierto por los desechos por la muerte de una temporada.
Hablando espiritualmente, podemos sentir pena o duelo a medida que pasamos de la etapa de la Tierra del verano en los cinco elementos a la etapa del Metal a fines del verano y principios del otoño. Dolor, pero también abundancia por los frutos de nuestro trabajo, ya sea una cosecha real, lecciones aprendidas durante la ráfaga de actividades de verano, o gratitud por finalmente desacelerar y poder escucharnos a nosotros mismos.
Pero hay más que eso, en términos tangibles. La forma en que comemos cambia …
Y como sabemos sin lugar a dudas, que con lo que nos alimentamos tiene un impacto profundo en todo nuestro cuerpo, desde nuestro peso hasta nuestros microbiomas, nuestro estado de ánimo y nuestro sistema inmunológico.
Empezamos a hacer platos más pesados, asando tubérculos y ahogando nuestras comidas en salsas fuertes.
¿Podría deberse a nuestro impulso primitivo y evolutivo de almacenar calorías adicionales cuando el clima se vuelve más frío, a pesar de que es más probable que durmamos en una cama cálida y cómoda en invierno que en verano?
Quizás.
¿Es porque, naturalmente, pasamos menos tiempo al aire libre y más tiempo con las oportunidades de comer: el refrigerador, los lugares de reunión del hogar, las fiestas y las reuniones?
Posiblemente.
Tal vez sea porque somos más vulnerables a los gérmenes y las enfermedades, especialmente porque absorbemos menos luz solar, y los alimentos curativos que comimos de niños tienen recuerdos positivos para nosotros: chile espeso, sopa de pollo con fideos y otras ricas sopas.
Los científicos debaten sobre el razonamiento exacto, pero finalmente están de acuerdo en que consumimos más calorías cuando el sol se pone antes.
Y debido a que la pandemia ha provocado que más personas se sientan incómodas al participar en actividades públicas y grupales, es más probable que comamos más de lo necesario y no hagamos ejercicio en proporción.
Entra en el héroe de este invierno: la sopa.
La sopa te mantiene lleno por más tiempo
Esta es una verdad: no todas las sopas se elaboran por igual.
Pero, en principio, las sopas se han cocinado con alimentos que se digieren más fácilmente, tienen un alto contenido de agua y la oportunidad de llenarla con muchos alimentos ricos en nutrientes contenidos en una cucharada, como hacen los batidos.
También son una forma de disfrutar de hábitos alimenticios muy humanos durante el invierno … comer más, comer más calorías y comer con más frecuencia.
A diferencia de simplemente beber agua durante o antes de una comida para ayudar a tu cerebro a notar que ha comido lo suficiente, el agua se mezcla con la comida y, por lo tanto, permanece en el estómago mientras se digiere la comida.
Mientras la pared del estómago se expande durante más tiempo, debido al contenido de agua y alimentos, se suprime la producción de la hormona del hambre grelina …
Y por lo tanto, no sientes la misma necesidad de volver por otra porción que cuando se ha comido una de carne asada.
De hecho, tendemos a comer menos en general después de comer sopa. Un estudio encontró que los participantes que comieron una sopa de caldo y verduras baja en calorías 15 minutos antes de la entrada comieron un 20% menos de calorías durante la cena que los que no lo hicieron.
Para ser claros: los cuerpos de todos son diferentes. La sopa ciertamente puede ayudar a frenar tu apetito, pero no debería reemplazar todas sus comidas. Estamos hablando de restricción calórica solo en términos de la ingesta elevada, y a menudo innecesaria, de calorías y la reducción del ejercicio durante los meses de otoño e invierno.
Entonces, ¿cómo deberías maximizar lo que la sopa puede hacer por Ti más allá de amortiguar esa alarma de hambre que te recuerda que estás a punto de comerte las sobras de la cazuela?
Qué hacer y qué no hacer con una sopa saludable y satisfactoria
La sopa de queso con brócoli y tocino sin duda te llenará, pero también lo hará la sopa minestrone.
Uno es denso en calorías y el otro es de baja densidad calórica.
Lo que es deseable hacer es lograr un delicado equilibrio entre agregar suficientes proteínas y grasas a tu sopa para mantenerte lleno, pero no tanto que inadvertidamente hayas consumido tres veces la cantidad de calorías que un ser humano promedio necesita para vivir un día.
Evitar: Crema, sopas pesadas, bisques, etc. Las sopas a base de crema, aunque definitivamente pueden incluir verduras, tienden a apoyarse en la crema como principal fuente de calorías. Eso está totalmente bien y no tienes que abstenerte de ellos, pero la plenitud que sientes no durará tanto y no será por hidratación.
Evitar: Depender de verduras pesadas y con almidón puede reducir la velocidad de tu digestión, pero también pueden afectar tus niveles de azúcar en la sangre, lo que puede afectar tus hormonas del hambre. Siéntete libre de incluírlas, pero como si fuera algo caro o exótico.
Apoyarse en: Sopas a base de caldo, especialmente caldo que incluyan huesos. Nuestros cuerpos definitivamente pueden necesitar más amor y atención en esta época del año, y el caldo con huesos tiene más beneficios de los que uno puede contar. El caldo es principalmente agua y otros nutrientes, definitivamente una mejor opción.
Inclínate por: Verduras bajas en almidón, como espárragos, brócoli, repollo, coliflor, berenjena, champiñones, pimientos y espinacas. Concéntrate en obtener proteínas del pollo, camarones, frijoles y otras fuentes magras de proteínas. Eso no significa que no puedas darte un capricho con algún asado de res … pero ten en cuenta que estás comiendo mas.
Usa sopas este otoño para nutrir tu cuerpo incluyendo muchos nutrientes, usando como base el caldo de alta calidad (puede ser usando pasta integral).
Te sentirás más lleno, comerás menos y fortalecerás tu sistema inmunológico.
Traducido de un artículo de: The Urban Monk