“Mi Estilo de Comunicación” es un proyecto que presenté en el Club Toastmasters Pioneros del Guadiana y que les quiero compartir:
Dios, es verbo, según las sagradas escrituras. Creó al universo por medio de su palabra. Cada palabra que se pronuncia, es un decreto que se manifiesta en lo exterior. La palabra, es el pensamiento hablado. Jesucristo dijo “Por tus palabras, serás condenado y por tus palabras, serás justificado”. Lo que hablamos tiene mucho más impacto del que imaginamos, porque viene de nuestro ser.
Algo hizo click en mí cuando presenté el pasado proyecto de Pathways, intitulado “Mi Estilo de Liderazgo”. Algo se interiorizó en mí. Mi cerebro consciente sabía de la importancia de comunicar, pero creo que mi subconsciente no lo había asimilado.
Paradójicamente, teniendo tantos años produciendo videos, grabando mensajes de líderes importantes, solo llegué a soñar el poder hablar como ellos, pero ahora me doy cuenta REALMENTE que ¡SI puedo desarrollar esas habilidades y mucho más!
Según el cuestionario del sistema Pathways de Toastmasters, predomina en mí el estilo de comunicación DIRECTO, el cual menciona que soy una persona que se orienta a los resultados, me enfoco y soy competitivo. Me motiva conseguir las cosas y soy rápido y decidido. Dado que soy independiente y seguro, prefiero un ambiente atareado, eficiente y estructurado.
Además dice que en ocasiones otros pueden considerar que soy impaciente y exigente. Y que permitir que otras personas compartan sus sentimientos y expliquen detalles puede estimular el diálogo.
Pensando en qué tema elegiría para este discurso, me vino a la mente una experiencia donde usé todos los estilos de comunicación.
En el año 2010 fui elegido para encabezar la estrategia digital en redes sociales para la campaña a Gobernador del candidato del PRI. El reto fue tremendo porque en esos días las redes sociales comenzaban a tomar fuerza ciudadana y los tiempos eran turbulentos, la violencia a tope en el país, y los políticos no creían en las redes sociales.
Mi responsabilidad fue elaborar estrategias para bajar a redes la comunicación institucional de la campaña, atender a ciudadanos en línea, así como idear estrategias propias de mi área, y lo más difícil: contener comentarios negativos.
Durante la campaña use el estilo de comunicación directo para dar instrucciones y comunicarme con mi equipo, además para reportarme y dar informes a los altos mandos. Con gente de la misma jerarquía organizacional usé el estilo de iniciación o principiante, y con las personas en redes, aunque no fue oral, usé todos los métodos, pero más el estilo directo, el solidario y el analítico.
El estilo solidario fué para relacionarme con las personas que buscaban algún tipo de ayuda o gestión, y había que usar un lenguaje de empatía y de servicio.
Los estilos directo y analítico los usé para promocionar obras del gobierno estatal, acciones de campaña y otras estrategias, porque había que comunicar de forma contundente y con cifras y datos duros.
Pero el mayor reto, fue la innumerable andanada de comentarios negativos que se daban en Facebook y Twitter.
Pero me apasione y creí en el proyecto, por lo que tome de manera personal el ganar cada debate. Había personas que reclamaban corrupción, falta de empleo y de obras, de mil cosas como siempre sucede en una campaña política, y por ello estaba en comunicación directa con personas de gobierno que me daban información de primera mano para poder contrarrestar las publicaciones más virulentas. Al final me quedé con la gran satisfacción de ganar la mayoría de los debates.
Esos debates fueron cruentos incluso con ofensas de por medio, pero teníamos que guardar compostura porque éramos la cara de la campaña. Un debate que recuerdo y me gustaría contarles, fué el de un grupo en Facebook que crecía exponencialmente, reclamando al Gobernador en turno la decisión de enjarrar la Catedral de Durango, porque la piedra desnuda se veía bonita. Preocupado, me puse a investigar, y resultó para mi sorpresa que el Gobierno del Estado no tuvo nada que ver con esa decisión. Fue tomada por el arzobispado y la asociación civil “Amigos de la Catedral”, porque las paredes se estaban erosionando y era preciso enjarrarlas.
Entonces, ni tardo ni perezoso me metí a Facebook con fuego en mis venas, y puse un comentario en ese grupo que resultó ser fulminante, como si le hubiera aplicado nitrógeno líquido para congelarlo. Mi comentario fué: “No se quien es el tonto administrador que inició este grupo, que solo publica una sarta de mentiras. Para que lo sepan, la decisión de enjarrar los muros de la Catedral fueron del Arzobispado y de los “Amigos de la Catedral”.
Ese fue el último comentario en el grupo. Sé que fuí rudo, pero lo hice con tal postura que funcionó.
Y así hubo decenas de casos en varios meses de comunicación intensa, que fui resolviendo con sentido común.
Semanas después de terminada la campaña, sucedió algo extraño, muy extraño y que hasta hoy me parece fascinante… Resulta que no una, sino varias personas que me estuvieron siguiendo en redes me comentaron algo que me impactó.
Estoy seguro que si les pido que adivinen que me comentaron, nadie acertaría.
Resumiendo me dijeron, que les gustó mucho mi forma de pensar, de escribir, mi apasionamiento, la forma en la que defendí los diferentes temas, que demostré mucho liderazgo, y… que creen?…. ¡Que debería lanzarme para Gobernador!
Sobra decir que me sentí sorprendido, pero también muy halagado.
Quiero concluir con lo siguiente: Lo anterior puede sonar muy risible, pero sucedió. Algo pasó en esas batallas verbales que impactó positivamente a esas personas. Por lo que en retrospectiva me doy cuenta de lo poderosa que puede ser la energía de la comunicación y la influencia que podemos ejercer en los demás.
Invertir en comunicación tiene una alta rentabilidad en reputación, reconocimiento, eficacia, confianza personal y, en definitiva, en felicidad.
Si Yo hubiera conocido Toastmasters hace 10 años o más, estoy seguro que hubiera tenido mucho mejores resultados en esa campaña, y quien sabe… tal vez ya sería Gobernador (sarcasmo).
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